Primera lectura (Romanos 4:1-8)
1 ¿Qué diremos, pues, de Abraham, nuestro padre según la carne? 2 Si Abraham obtuvo la justicia por las obras, tiene de qué gloriarse, mas no delante de Dios. 3 En efecto, ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia.
4 Al que trabaja no se le cuenta el salario como favor sino como deuda; 5 en cambio, al que, sin trabajar, cree en aquel que justifica al impío, su fe se le reputa como justicia. 6 Como también David proclama bienaventurado al hombre a quien Dios imputa la justicia independientemente de las obras: 7 Bienaventurados aquellos cuyas maldades fueron perdonadas, y cubiertos sus pecados.
8 Dichoso el hombre a quien el Señor no imputa culpa alguna.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
O también
Primera lectura (Romanos 8:22-27)
22 Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto. 23 Y no sólo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, nosotros mismos gemimos en nuestro interior anhelando el rescate de nuestro cuerpo. 24 Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? 25 Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia. 26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, 27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 31)
- Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
- Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
- Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.
- Habla pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mí culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
- Alegraos, justos, y gozad con el Señor; aclamadlo, los de corazón sincero.
Anuncio del Evangelio (Lucas 12:1-7)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Lucas.
— Gloria a Ti, Señor.
1 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a decir primeramente a sus discípulos: "Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. 2 Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse. 3 Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados. 4 "Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. 5 Os mostraré a quién debéis temer: temed a Aquel que, después de matar, tiene poder para arrojar a la gehenna; sí, os repito: temed a ése. 6 "¿No se venden cinco pajarillos por dos ases? Pues bien, ni uno de ellos está olvidado ante Dios. 7 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos pajarillos.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
O también
Anuncio del Evangelio (Juan 15:1-8)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Juan.
— Gloria a Ti, Señor.
1 "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. 4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.