Primera Lectura (Sabiduría 3:1-9)
1 Pero las almas de los justos están en manos de Dios y no les tocará tormento. 2 A los ojos de los necios parecía que morían, su partida era considerada una desdicha 3 y la separación de nosotros, exterminio; pero ellos están en la paz. 4 Porque, si a la vista de los hombres sufrían castigo, ellos esperaban plenamente la inmortalidad: 5 a cambio de una leve pena recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los encontró dignos de Él. 6 Los probó como oro en el crisol, los aceptó como sacrificio de holocausto. 7 A la hora de su prueba resplandecerán y se propagarán como chispas en cañaveral. 8 Juzgarán a naciones y dominarán a pueblos, y el Señor reinará sobre ellos para siempre. 9 Los que confían en Él comprenderán la verdad, los que son fieles en el amor permanecerán junto a Él, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y Él mira por sus elegidos.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 23:1-6)
- El Señor es mi pastor, nada me falta.
- El Señor es mi pastor, nada me falta.
- El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes prados me hace reposar;
- hacia aguas tranquilas me guía; reconforta mi alma, me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
- Aunque camine por valles oscuros, no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
- Preparas una mesa para mí frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
- Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días.
o también:
Responsorio (Sal 27:1, 4, 7-9, 13-14)
- El Señor es mi luz y mi salvación
- El Señor es mi luz y mi salvación
- El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré? El Señor es el refugio de mi vida: ¿de quién tendré miedo?
- Una cosa pido al Señor, ésta sólo busco: habitar en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de las delicias del Señor y contemplar su Templo.
- Escucha mi voz, Señor: yo te invoco; ten piedad de mí, respóndeme. De ti piensa mi corazón: «Busca su rostro». Tu rostro, Señor, buscaré.
- No me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo. Tú eres mi auxilio: no me rechaces, no me abandones, Dios de mi salvación.
- Seguro estoy de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos. Espera en el Señor, sé recio, que se reanime tu corazón. ¡Espera en el Señor!
Segunda Lectura (Romanos 5:5-11)
5 Una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado. 6 Porque Cristo, cuando todavía nosotros éramos débiles, murió por los impíos en el tiempo establecido. 7 En realidad, es difícil encontrar alguien que muera por un hombre justo. Quizá alguien se atreva a morir por una persona buena. 8 Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros porque, siendo todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 ¡Cuánto más, si hemos sido justificados ahora en su sangre, seremos salvados por él de la ira! 10 Porque, si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por medio de la muerte de su Hijo, mucho más, una vez reconciliados, seremos salvados por su vida. 11 Pero no sólo esto: también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Anuncio del Evangelio (Juan 11:17-27)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Juan.
— Gloria a Ti, Señor.
17 Al llegar Jesús, encontró que ya llevaba sepultado cuatro días. 18 Betania distaba de Jerusalén como quince estadios. 19 Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para consolarlas por lo de su hermano. 20 En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa.
21 Le dijo Marta a Jesús: —Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano, 22 pero incluso ahora sé que todo cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.
23 —Tu hermano resucitará —le dijo Jesús.
24 Marta le respondió: —Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día.
25 —Yo soy la Resurrección y la Vida —le dijo Jesús—; el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, 26 y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?
27 —Sí, Señor —le contestó—. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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