Primera lectura (Baruc 5:1-9)
1 Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflición, y vístete para siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios.
2 Envuélvete en el manto de la justicia que procede de Dios, pon en tu cabeza la diadema de gloria del Eterno.
3 Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo. 4 Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: «Paz de la Justicia» y «Gloria de la Piedad». 5 Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a tus hijos reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres del recuerdo de Dios. 6 Salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve traídos con gloria, como un trono real. 7 Porque ha ordenado Dios que sean rebajados todo monte elevado y los collados eternos, y comados los valles hasta allanar la tierra, para que Israel marche en seguro bajo la gloria de Dios. 8 Y hasta las selvas y todo árbol aromático darán sombra a Israel por orden de Dios. 9 Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con la misericordia y la justicia que vienen de él. Copia de la carta que envió Jeremías a los que iban a ser llevados cautivos a Babilonia por el rey de los babilonios, para comunicarles lo que Dios le había ordenado.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6)
— El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
— El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
— Cuando el Señor hizo volver a los caustivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.
— Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos». El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
— Recoge, Señor, a nuestro cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
— Recoge, Señor, a nuestro cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.
— Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.
Segunda lectura (Filipenses 1:4-6, 8-11)
4 rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros 5 a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy; 6 firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo Jesús. 8 Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús. 9 Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento, 10 con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo, 11 llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Evangelio (Lucas 3:1-6)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Lucas.
— Gloria a Ti, Señor.
1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; 2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, 4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; 5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. 6 Y todos verán la salvación de Dios.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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