Primera lectura (Éxodo 20:1-3, 7-8, 12-17)
1 Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo: 2 «Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. 3 No habrá para ti otros dioses delante de mí. 7 No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; porque Yahveh no dejará sin castigo a quien toma su nombre en falso. 8 Recuerda el día del sábado para santificarlo. 12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu Dios, te va a dar.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No robarás.
16 No darás testimonio falso contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.»
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 18,8.9.10.11)
— Señor, tú tienes palabras de vida eterna
— Señor, tú tienes palabras de vida eterna
— La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
— Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
— La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
— Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.
Segunda lectura (I Corintios 1:22-25)
22 Así, mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, 23 nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; 24 mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios. 25 Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Evangelio (Juan 2:13-25)
— El Señor esté con vosotros.
— Él esta en nuestro medio.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Juan.
— Gloria a Ti, Señor.
13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14 Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. 15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.» 17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará. 18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?» 19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.» 20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» 21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo. 22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús. 23 Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba. 24 Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos 25 y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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