Primera Lectura (El Cantar de los Cantares 3:1-4)
1 En mi lecho, por las noches, busqué al que ama mi alma, y no lo encontré. 2 Me levantaré y rondaré por la ciudad, por calles y plazas, buscaré al que ama mi alma. Lo busqué, pero no lo encontré. 3 Me encontraron los guardias que rondan por la ciudad: «¿Habéis visto al que ama mi alma?» 4 Apenas los pasé, cuando encontré al que ama mi alma. Lo abracé y no lo soltaré hasta hacerlo entrar en casa de mi madre, en la alcoba de la que me concibió.
O también:
Primera Lectura (2 Corintios 5:14-17)
14 Porque el amor de Cristo nos urge, persuadidos de que si uno murió por todos, en consecuencia todos murieron. 15 Y murió por todos a fin de que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 De manera que desde ahora no conocemos a nadie según la carne; y si conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así. 17 Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva criatura: lo viejo pasó, ya ha llegado lo nuevo.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 62,2.3-4.5-6.8-9)
- Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
- Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
- Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.
- ¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.
- Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y de manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.
- Porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti, y tu diestra me sostiene.
Anuncio del Evangelio (Juan 20:1-2, 11-18)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Juan.
— Gloria a Ti, Señor.
1 El día siguiente al sábado, muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro.
2 Entonces echó a correr, llegó hasta donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, el que Jesús amaba, y les dijo: —Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
11 María estaba fuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido colocado el cuerpo de Jesús.
13 Ellos dijeron: —Mujer, ¿por qué lloras? —Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto —les respondió. 14 Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dijo Jesús: —Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: —Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.
16 Jesús le dijo: —¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: —¡Rabbuni! —que quiere decir: «Maestro».
17 Jesús le dijo: —Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete donde están mis hermanos y diles: «Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios».
18 Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: —¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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