Primera Lectura (II Reyes 5:1-5)
1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy estimado y favorecido por su señor, porque por su medio había dado Yahveh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero tenía lepra.
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la tierra de Israel una muchachita que se quedó al servicio de la mujer de Naamán. 3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al profeta que hay en Samaría, pues le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manisfestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha israelita.» 5 Dijo el rey de Aram: «Anda y vete; yo enviaré una carta al rey de Israel.» Fue y tomó en su mano diez talentos de plata, 6.000 siclos de oro y diez vestidos nuevos.
- Palabra del Señor.
- Gracias a Dios.
Responsorio (Sal 41,2.3;42,3.4)
- Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
- Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
- Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío.
- Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?
- Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.
- Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría; y te daré gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío.
Anuncio del Evangelio (Lucas 4:24-30)
— El Señor esté con vosotros.
— Y con tu espíritu.
— Proclamación del Evangelio de Jesucristo + según San Lucas.
— Gloria a Ti, Señor.
24 Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria.» 25 «Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país;
26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio.»
28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; 29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó.
— Palabra de la Salvación.
— Gloria a Ti, Señor.
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